domingo, 30 de mayo de 2010

Ya estoy, gracias

Ahí estaba la lucecita en la punta del edificio que me hizo acordar que tenía atado el cielo como una capa.
Me cubría la espalda del frío y me hacía volar, pero no sé bien por donde.
Se me arruga en charquitos de agua que seca el sol y la luna humedece.
Pero todo esto es tibio, liviano. Volar.

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