domingo, 1 de junio de 2014

Qué pelotudez

Escribir sin sentimiento,
Adueñarse de lo que pienso.
La propiedad privada,
Las rimas de una tarada.
Vivir sin vida,
sólo para que te digan.
Mirar sin ser sincero,
Esperar para decir te quiero.


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Mrs. Otra.

jueves, 10 de abril de 2014

Chica irreversible

Nuestra chica irreversible se paseaba de acá para allá. Muy atareada entre problema y problema que le demandaban solución.
Inminente.
Es que se sentía como un ave que no era fénix. Volaba, sí. Pero después tenía que volver, y eso de la vuelta demanda energía que no tenía, y no podía morir en el primer intento: se le acababan todos los demás; y esta chica quería tantas cosas...

Era habitual que en su departamento de dos ambientes, con acceso a la terraza, se dieran este tipo de conversaciones entre ella y sus amigas que sí eran fénix.
Esta vez la visitaba sólo una:
-Vamos a la terraza, aca me encierro.
-Tal cual.
Una vez en la terraza, se permitían volar tranquilas.
-¿Sabés que tuve un sueño horrible? En la siesta, después de comer.
-Ay te cayó mal la comida, es obvio.
-No boluda, eso del estómago es todo verso.
-Bueno a ver genio, ¿qué soñaste? ¿que vomitabas?- Interpeló con ojos desorbitados y tono irónico la interlocutora de nuestra chica que sólo conocía los caminos de ida.
-Ddddtarada. No, soñé que era bebé y no podía caminar, y todos me explicaban como era caminar, y yo los entendía pero no les podía contestar y menos caminar, y todo lo que trataba de decir se lo tomaban a chiste, y me miraban con ternura. No estaba bueno, era desesperante.
-¿Y ahora que problema tenés?
Esbozo entre humo de cigarrillo y galletitas su amiga, que ya había cambiado de posición y miradas en lo que fue el relato, unas 3 veces.
-Muchos. Todos. ¿En serio hay que cuantificar?
-No.
-Bueno, está el pibito, que se quiere casar (bah, quiere que nos casemos)- agregaba por la bajo, chica, que sabía que no era un dato menor, y también sabía que lo había omitido porque su inconsciente ya tenía asumido que no iba a ser ella partícipe de tal evento. -El taller de pintura, que nunca más pagué, las fotos que nunca saqué, las canciones que no aprendí...Claro, ¿te das cuenta que no puedo caminar?
-Insisto, te cayó mal la comida.- Refutó su cable a tierra, que no creía en la interpretación de los sueños, sino que los veía como algo más accidental, o divertido.
-Comí lechuga, zaparrastro ¿cómo me va a caer mal?
-Y si no sos tortuga, como no te va a pegar mal comer sólo lechuga.
-Ah ves que es algo con la marcha... algo que me detiene..
-Ah ves que te cayó mal la comida.- Recontra insistía su amiga, que para no dejar dudas de su certeza lo decía con tono burlón, como cuando se vuelve a caer en la misma obviedad, que había sido negada.
-Te la dejo para que la pienses, tortuguita de la mancha. Che que buena terraza que pegaste.
Dijo Girasol mientras desplegaba las alas y apuntaba a la parada del bondi.
-Sí ya fue, les voy a decir a todos que no, y listo.- Quedó reflexionando la chica irreversible en voz alta y con la mirada perdida. Probablemente sin haberse percatado de que su amiga ya se había ido y hasta le había dejado tarea.

Es que decirles que no, podía ser uno de los finales posibles, y ella sólo sabía que quería empezar de nuevo. -Ahora quedan las canciones y las fotos.
Se conversaba para adentro mientras bajaba las escaleras.
-¡Ya está! Vendo la cámara y me compro otro instrumento.
Proclamó la muchacha en cuestión, mientras preparaba un pollo al horno con papas y volvía a abrir además del horno, otro capítulo en su vida, previo a cerrar de una manera truchísima los anteriormente abiertos.

Y no se crean que no lo sabía. Simplemente que le resultaba mucho más fácil ser irreversible. Tanto como cerrar el horno y esperar que la cosa se cocine.
El pollo, las papas, todo.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Dejar de todo

Me apabulla el pretender sentido del sol naciente,
o de la luna cuarto creciente.

Porque mi asombro ahora se despierta con lo inherte
le dedico este silencio a los astros y a las rocas
que sólo se dedican a existir.
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