martes, 16 de marzo de 2010

Se me cayó de las manos

Dibujar palabras como escribiría una línea, en un papel bailando.
La veo entre curvas que avanzan, con la punta y raíces. Flotando.
Mejor sin mirar, cierro los ojos y exploro con ellas. Volver a nacer.
Descubrir de nuevo cada sensación sin mirarse al espejo.
Movimientos delicados, emergen de algún lugar y se hacen algo que soñé y estoy viviendo ahora.
De colores, con textura y con olor. Me llenan, llevan en el aire, por un papel que quizás no exista o no se pueda ver.
Ya estoy perdida y a esta altura no sé qué es cada cosa, qué hacer con todo esto.
Esa línea es la que me lleva y sigo flotando, te juro que no toco el suelo, es el papel.
Alguien más tomó el control, o simplemente soy yo que lo dejé de lado.
Y qué más, porque hay más pero no sé, y quizás por eso me guste tanto.
Las líneas, siguen dibujando cosas en mi cabeza que me gustaría ver, me gustaría ser.
Ya está, voy saliendo despacio pero otra vez, la canción que se apura, no, el tiempo es perfecto, nada está mal, las palabras que brotan, y no soy yo la que dice, son ellas viviendo a través de mí, que saltan, se apresuran en la mano, estaban ahí, pero no sabían como salir, y ahora que empezaron a volar les gusta, quieren vivir eternamente en un papel, flotando, viviendo, escribiendo, diciendo, volando, haciendo líneas que no sé si están, si se fueron o si alguna vez existieron. No quiero mirar, es todo lo que hay y que sea, que termine de nacer que crezca se pierda, que haga lo que quiera. Yo estoy acá y cuando quieren me usan, como ahora que me tiembla el pulso y hasta acá.

Yo en pedacitos

Es no poder hacer vibrar el aire lo que me hace doler el cuerpo.
En algún lugar del alma, supongo las palabras, estarán clavadas como estacas de metal, inherentes, frías, muertas de miedo.
Y yo, que no las sé leer me asusto de estar sola, con el agua que se cae y no deja de salir.

Escupo la respiración entrecortada con sobresaltos en el pecho que se acalambra y me pide paz, pero no me dice nada.

Ya no pesa el cuerpo, está vacio. Débil, la fuerza se resbala por la punta de la nariz, hasta el piso en caída libre y nace el reflejo tambaleante, que soy yo en pedacitos.