jueves, 10 de abril de 2014

Chica irreversible

Nuestra chica irreversible se paseaba de acá para allá. Muy atareada entre problema y problema que le demandaban solución.
Inminente.
Es que se sentía como un ave que no era fénix. Volaba, sí. Pero después tenía que volver, y eso de la vuelta demanda energía que no tenía, y no podía morir en el primer intento: se le acababan todos los demás; y esta chica quería tantas cosas...

Era habitual que en su departamento de dos ambientes, con acceso a la terraza, se dieran este tipo de conversaciones entre ella y sus amigas que sí eran fénix.
Esta vez la visitaba sólo una:
-Vamos a la terraza, aca me encierro.
-Tal cual.
Una vez en la terraza, se permitían volar tranquilas.
-¿Sabés que tuve un sueño horrible? En la siesta, después de comer.
-Ay te cayó mal la comida, es obvio.
-No boluda, eso del estómago es todo verso.
-Bueno a ver genio, ¿qué soñaste? ¿que vomitabas?- Interpeló con ojos desorbitados y tono irónico la interlocutora de nuestra chica que sólo conocía los caminos de ida.
-Ddddtarada. No, soñé que era bebé y no podía caminar, y todos me explicaban como era caminar, y yo los entendía pero no les podía contestar y menos caminar, y todo lo que trataba de decir se lo tomaban a chiste, y me miraban con ternura. No estaba bueno, era desesperante.
-¿Y ahora que problema tenés?
Esbozo entre humo de cigarrillo y galletitas su amiga, que ya había cambiado de posición y miradas en lo que fue el relato, unas 3 veces.
-Muchos. Todos. ¿En serio hay que cuantificar?
-No.
-Bueno, está el pibito, que se quiere casar (bah, quiere que nos casemos)- agregaba por la bajo, chica, que sabía que no era un dato menor, y también sabía que lo había omitido porque su inconsciente ya tenía asumido que no iba a ser ella partícipe de tal evento. -El taller de pintura, que nunca más pagué, las fotos que nunca saqué, las canciones que no aprendí...Claro, ¿te das cuenta que no puedo caminar?
-Insisto, te cayó mal la comida.- Refutó su cable a tierra, que no creía en la interpretación de los sueños, sino que los veía como algo más accidental, o divertido.
-Comí lechuga, zaparrastro ¿cómo me va a caer mal?
-Y si no sos tortuga, como no te va a pegar mal comer sólo lechuga.
-Ah ves que es algo con la marcha... algo que me detiene..
-Ah ves que te cayó mal la comida.- Recontra insistía su amiga, que para no dejar dudas de su certeza lo decía con tono burlón, como cuando se vuelve a caer en la misma obviedad, que había sido negada.
-Te la dejo para que la pienses, tortuguita de la mancha. Che que buena terraza que pegaste.
Dijo Girasol mientras desplegaba las alas y apuntaba a la parada del bondi.
-Sí ya fue, les voy a decir a todos que no, y listo.- Quedó reflexionando la chica irreversible en voz alta y con la mirada perdida. Probablemente sin haberse percatado de que su amiga ya se había ido y hasta le había dejado tarea.

Es que decirles que no, podía ser uno de los finales posibles, y ella sólo sabía que quería empezar de nuevo. -Ahora quedan las canciones y las fotos.
Se conversaba para adentro mientras bajaba las escaleras.
-¡Ya está! Vendo la cámara y me compro otro instrumento.
Proclamó la muchacha en cuestión, mientras preparaba un pollo al horno con papas y volvía a abrir además del horno, otro capítulo en su vida, previo a cerrar de una manera truchísima los anteriormente abiertos.

Y no se crean que no lo sabía. Simplemente que le resultaba mucho más fácil ser irreversible. Tanto como cerrar el horno y esperar que la cosa se cocine.
El pollo, las papas, todo.

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