jueves, 29 de octubre de 2009

Vereda

Pelo mojado. Ya no me importa qué tengan para decir, si dicen. Resbala por mi pelo mojado.
Pijama. El sueño aplastante que no me deja dormir a la noche después de ponerme el pijama.
Sábanas. Me enredo en mis pensamientos y no sé cómo volver. Mejor perderse en las sábanas.
Ventana abierta. No me aguanto más acá adentro y las luces se cuelan por mi ventana abierta.
Aire fresco. Me olvido de todo, soy libre por un momento. Siento sólo aire fresco.
Vereda.




-Me agarró de sorpresa, totalmente. No te digo; recién salgo de bañarme, mirá, hasta el pelo mojado tengo. Pero escuché todo este alboroto y tuve que salir. Alberto no me sabía definir nada, tirado ahí en el sillón viendo el fútbol… ¡Todavía en pijama!
Qué espanto, que lo tapen con sábanas aunque sea. Tengo las ventanas abiertas para que entre aire fresco, no semejante espectáculo.
…voy a morir tratando de limpiar esa vereda.



-No se lo voy a decir nunca, pero mamá tenía razón. Ayer no tendría que haber salir con el pelo mojado. Hubiera esperado hasta mañana y ahora no estaría en pijama tomando la sopa, con la sábana hasta el cuello y los mocos que no me dejan respirar.
Con lo que me gusta tener la ventana abierta… a ver si entra algún bicho o algo, como le pasó a Tomás el año pasado, o por lo menos para ver la final del campeonato de la plaza.
Yo tendría que estar jugando ahí. Corriendo para hacer el gol que seguro nadie se anima a patear, con todo el aire fresco en la cara…
Mejor me voy a dormir la siesta, hoy me despertaron temprano para el remedio y me voy a morir si sigo pensando que no puedo salir ni a la vereda.

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