Mi helado.
Se va derritiendo y me deja los dedos pegoteados. Pero no importa; las lágrimas de mamá siempre limpian todo. Lo dejan nuevito; parece que vuelve a empezar.
Uy, ufa. Justo mi remera del osito. La que más me gusta. Ahora es una nube de chocolate y las almendras que se parten en el piso.
Y las panzas que nacieron en invierno, en primavera se destapan para que todo vuelva a empezar.
lunes, 19 de octubre de 2009
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